Muchos de los aficionados actualmente ya son personas mayores, abuelos casi todos, llevan la afición ignorantemente en la sangre de generación en generación, la mayoría fueron llevados por primera vez a una plaza de toros por su padre o por su abuelo, era como la primera presentación en "sociedad", la segunda vendría cuando fuera algo mayor, (por las dudas de que no fuera machote al ver tanta bailarina vestida con trajes bordados con hilos de oro y lentejuelas) trasladándolo, también en su contra, a algún burdel, con esas dos facetas, el mozo quedaba bautizado como buen macho.
Ahora se sigue llevando a cabo la misma primera práctica como se puede observar en cualquier plaza de toros tanto de América Latina como de España, aquí, como muestran fotos del nieto del rey en una plaza de toros de la mano de su padre Mari Chalá, o la nieta de la duquesa de Alba, hija del torturador Fran Rivera que hasta hace el paseíllo con su padre alrededor de la plaza con las orejas del animal en sus manos. Una indecencia total y absoluta, y quién no lo quiera reconocer es porque está muy metido en el criminal negocio taurino.
Un informe encargado por la Oficina del Defensor del Menor en 1999 sobre "las posibles repercusiones psicológicas de las corridad de toros en niños menores" llega a conclusiones significativas, como que ver corridas de toros puede aumentar la agresividad, la ansiedad y el impacto emocional en los niños, sobre todo en los menores de nueve años.
El hecho de que un niño menor de 13 años vea este tipo de espectáculos taurinos se traducirá en una insensibilización que les llevará a la indiferencia al valorar las corridas de toros, ya que no serán capaces de tener su propio criterio. Otra conclusión del estudio es que los niños menores de 14 años tienen una escasa información acerca de los temas taurinos y que su opinión sobre ellas es mayoritariamente neutra, teniendo a negativa.
Por otro lado, según el informe, los niños muestran un mayor rechazo a que al final de la corrida el toro muera, así como a que durante la corrida se realicen actividades como la pica y clavarles banderillas, lo cual, según los niños encuestados, supone un sufrimiento para el animal. Basándose en estos resultados, en el estudio se hacen unas recomendaciones: "... el niño debe ir acompañado por un adulto, que debe evitar hacer comentarios de crueldad innecesaria o mostrar expresiones de regocijo ante el sufrimiento del animal y ayudarle a ver el aspecto estético de los espectáculos. (...) Se debe evitar en las múltiples versiones en que los toros son protagonistas (corridas, encierros, capeas, tientas, etc:) que los adultos o los niños mayores maltraten a los animales y que los mismos menores sean testigos de ese maltrato". Estas recomendaciones no tienen mucho sentido si se extrapolan, por ejemplo, al visionado por parte de un menor de una película pornográfica o de escenas violentas y sangrientas. La pregunta es:¿no sería más lógico que el menor no tuviera acceso a esas imágenes bajo ningún concepto?
El Defensor del Menor Leer el informe
Todos estos niños manejados contra su voluntad para fomentar en ellos lo que sienten que se les va de las manos, sobre todo últimamente y gracias al movimiento antitaurino abolicionista.
Esta es otra forma indecente de abusar de los menores, porque todo el que no protege la infancia y adolescencia procurándoles un mundo sin violencia, es un cobarde que se aprovecha de la inocencia y pureza de los menores para adaptarlos a sus intereses personales, en este caso al interés del negocio taurino, que expone la vida de los niños ante el peligro, sin darle la opción a que primero crezca y madure y luego a que escoja libremente si quiere o no asesinar toros.
Ir de colegio en colegio enseñando las triquiñuelas taurinas en forma de arte o deporte es de una irresponsabilidad tan enorme como para empezar a pensar si se debiera tomar otras medidas legales respecto a esta nueva función de estos cobardes tauricidas que apoyados y legitimados por el propio gobierno no dan su brazo a torcer porque su criminal negocio se les viene abajo, y se agarran a lo que sea e inventan lo impensable sin ningún escrúpulo con tal de seguir enriqueciéndose y divirtiéndose a costa del derramamiento de la sangre inocente de los animales en espectáculos indecentes donde todos tienen cabida, según especifica el famoso refrán "quién hizo la ley hizo la trampa" muy adecuado para estos individuos prepotentes que lo único que tienen es dinero.
Todo ésto que está ocurriendo en el mundo taurino me recuerda a los últimos escándalos de La Iglesia, que por cierto Iglesia y Tauromaquia están muy ligadas entre sí, con eso de "Dejad que los niños se acerquen a mi", una frase espeluznante si la referimos a que un niño de 7 años debe ser sometido a la enseñanza de como matar a un becerrito como sucede en México; o a si se deben presionar y engañar para que se conviertan en torturadores de toros como muestra la siguiente escalofriante noticia de España: La hora de la verdad