Los Verdes Ecologistas alertan de las falsedades del profesor Wolff para justificar la práctica macabra de las corridas de toros
Este docente de la Universidad de París usa argumentos ignorantes para hacer apología del enfrentamiento entre las personas
Los Verdes Ecologistas Pacifistas acusamos al profesor de la Universidad de París, Francis Wolff, de fundamentar los argumentos de su libro en defensa de las corridas de toros en falsedades, desconocimiento absoluto e incultura de lo que significa la ecología y el animalismo. Además, este docente ha ido demasiado lejos en sus postulados, ya que hace apología del enfrentamiento de las personas con términos que pueden conducir a la violencia, lo que en este país es ilegal. Wolff tiene que comparecer esta semana en el Parlament de Catalunya para defender la no prohibición de las corridas.
Los Verdes siempre hemos estado en contra de las corridas de toros y otros espectáculos taurinos porque estamos en contra del contra del maltrato, la tortura y la muerte gratuita de los animales y, en este caso, por mero divertimento de un sector minoritario de la sociedad. Y en esto coincidimos por completo con el sector animalista. De hecho, los ecologistas somos animalistas porque todos los seres vivos formamos parte de la biodiversidad, que es el fundamento de la ecología y la defensa de la vida.
Ecologistas y animalistas caminamos juntos en este y otros asuntos aunque él lo desconozca por completo. Pero sólo tendría que dirigirse a los representantes del ecologismo político y social de su país, Francia, para comprobarlo. Afortunadamente, este docente no es representativo de la sociedad en la que imparte sus clases. La prueba está en las últimas elecciones europeas donde, en Francia, Los Verdes-Europe Ecologie (que agrupa a ecologistas, animalistas, proteccionistas, independientes, representantes del mundo de la agricultura y de la empresa, y otros) han obtenido un espectacular aumento, de cuatro a catorce eurodiputados, con casi cuatro millones de votos.
Wolff se ha atrevido a decir que “el animalismo es la suerte de cada animal en particular”, lo que demuestra un profundo e interesado desconocimiento de la dinámica animalista en nuestro país. Primero porque existen múltiples sociedades protectoras de animales y asociaciones de defensa animal, formadas por voluntarios y profesionales que incluso gestionan recursos públicos. Pero lo más importante es que el amplio voluntariado que las conforma se dedica en su día a día a la defensa y protección de multitud de especies animales, poniendo sus recursos personales, sus medios y generando lazos y redes de autoayuda que son indispensables en una sociedad avanzada y culta.
Su práctica es la de la defensa voluntaria, positiva y desinteresada de los animales, que busca siempre evitarles el sufrimiento, mientras que otras prácticas como el toreo, los
crían, los exhiben, los explotan económicamente, los torturan y los matan. Por tanto, cuando Wolff se refiere a “los amantes de los toros”, para definir a los aficionados a las corridas comete otra grave falsedad. Los verdaderos amantes de los toros somos los ecologistas y los animalistas porque no queremos que se les torture ni se les mate por divertimento y por dinero.
El profesor acierta al relacionar las corridas de toros con la España cruel y antigua ya que efectivamente la España actual no se identifica con esta práctica macabra y torturadora, como muestran cada vez más los sondeos y encuestas de opinión, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Además, cada día aumenta la cifra de municipios que han prohibido cualquier tipo de espectáculo taurino.
Wolff ha llegado a animar a los aficionados a las corridas de toros a “combatir” a aquellos que somos “militantes” convencidos de que esta práctica hay que abolirla. Para Los Verdes Ecologistas, este término es una clara apología del enfrentamiento que roza la ilegalidad, incongruente e inaudito con un docente de una universidad como la de París.
Frente a esa incitación agresiva, el colectivo ecologista y animalista ha conseguido, por las vías legales y democráticas (una Iniciativa Legislativa Popular) que el Parlamento de Cataluña debata la abolición de las corridas de toros.
Siguiendo en su línea agresiva, Wolff se atreve a atribuir este proceso normal y democrático, a una reacción de Cataluña frente al “imperialismo español”, un concepto caduco y dictatorial que parece querer sembrar también el enfrentamiento en la sociedad y aislar a Cataluña del resto del Estado en este asunto. Nada más lejos de la realidad, los los Verdes, los ecologistas y los animalistas que estamos en contra de las corridas de toros y el maltrato animal estamos implantados en toda España y tenemos vínculos con países de toda Europa. Cataluña ha sido el primer parlamento que ha debatido este asunto pero estamos convencidos de que detrás vendrán otros.
Y como Wolff no tiene justificación posible para una práctica que es anacrónica y sangrienta, comete la osadía de adentrarse en arenas movedizas para él por su desconocimiento. Decir que “el toro bravo es un pilar básico en la defensa de la naturaleza y en el mantenimiento de los ecosistemas de nuestro entorno natural” es la mayor aberración científica que se ha dicho en los últimos tiempos y demuestra una ignorancia de los ecosistemas españoles que escandalizaría hasta a un escolar.
Más bien, el toro bravo y la práctica de las corridas lo que mantiene desgraciadamente son las fincas y las rentas de unos pocos que obtienen millones a costa de esta práctica macabra y sangrienta que cada año en España se cobra la vida de más de 12.000 toros, solamente en las plazas.
Vía: ellibrepensador.com